Ana Masago
Shjol es una palabra hebrea que significa “estar desolado por perder a un hijo”. Esta novela negra te describe muy bien esos sentimientos, ese dolor, ese miedo, esa desesperación.
En un pequeño pueblecito donde la actividad más emocionante de la policía local era sacarle el polvo a las placas de sheriff, había sucedido un hecho sin precedentes. Las circunstancias de la supuesta huida de cualquier adolescente no era algo para alertarse, pero ésta hacía que se te erizasen los pelos de la nuca: llevaba dos días muerta y habían profanado su tumba.
El tema, para este primer libro de la bilogía, es sórdido y macabro. Tenemos varios transitorios mentales. Una obra dura y estremecedora que nos cuenta algo de lo que no estamos muy acostumbrados (al menos yo) un punto a favor para la escritora por esa valentía y decisión para escribirlo. Una trama muy bien hilada. Unos personajes muy bien definidos. Unos capítulos cortos. Intriga que te engancha desde el principio y un final que te deja con la boca abierta. Me habían hablado muy bien de este libro y sin duda tenían mucha razón.